mayo 21, 2015

Burroughs Compendium

En 2014, Anagrama tomó la sabia decisión de reunir en un tomo las tres novelas más importantes de William Burroughs, Yonqui, El almuerzo desnudo y Queer.

Yonqui (1953)
La obra inicial de William Burroughs, Yonqui, todavía se encuentra lejos del casi ininteligible caos verbal de El almuerzo desnudo y sus siguientes obras, más experimentales. Yonqui es el relato de un adicto a la morfina y sus aventuras para conseguir la siguiente inyección del día. Es, también, el retrato progresivo de la búsqueda -infructuosa- de 'algo' que quizá la droga puede dar. Es el primer paso en el viaje mítico/místico que emprende Lee/Burroughs en busca de la ayahuasca, esa droga que lo cambiaría todo,
"el colocón definitivo".
    Aquí, Lee se convierte en adicto.
 

El almuerzo desnudo (1969)
Puede que sea su obra más conocida y atrevida, pero no necesariamente la mejor. Lejos estoy de decir que sea un mal libro, pues no lo es ni por asomo, pero hay una dificultad insalvable para calificarlo como 'mejor' o 'peor' que Yonqui o Queer, pero no es fácil elegir qué elementos son los importantes a tomar en cuenta, entre los muchos posibles: La historia, la estructura, la experimentación, los elementos lingüísticos, el desarrollo de personajes, la calidad narrativa en sí. El almuerzo desnudo es más experimental que las otras dos, al grado de que puede pasar sin que falte razón por una novela inconexa e ininteligible, una colección de relatos o viñetas satíricas de mal gusto, una novela desarticulada de sus partes que puede leerse al azar, o los diarios de un escritor adicto que da cuenta de sus delirios.
    Tras leer Yonqui y Queer, El almuerzo desnudo adquiere una legibilidad que, fuera del contexto de esta trilogía, no tiene. En Yonqui, Burroughs narra la vida de Lee, al volverse adicto; en El almuerzo desnudo, se representa el estado mental de Lee, posterior a la historia narrada en Queer, cuando ya ha decidido volverse escritor.
    Aquí, Lee cuenta sus números y delirios a un público interior, él mismo, como escritor.
 

Queer (1985)
La cereza que corona este pastel putrefacto, Queer fue publicado 30 años después de haber sido escrito, y las peripecias que llevaron a Burroughs a hacerlo, se difuminan pero no se pierden en la narración. De nuevo estamos ante una novela de estructura y corte tradicional, una narración cronológica inteligible, con una historia y un desarrollo claros, y personajes bien dibujados. Queer es la continuación de Yonqui, y el paso intermedio entre la narrativa convencional y la experimentación extrema de El almuerzo desnudo y la mayoría de sus obras posteriores. Pero mientras en su primera novela se narra cómo Lee se adentra al mundillo de la droga y se convierte en adicto, en ésta se cuenta lo que sucede cuando ha superado el síndrome de abstinencia y comienza la recuperación, cuando el apetito sexual reaparece con fuerza inusitada y las aventuras que emprende para ligar con un joven Allerton que lo rechaza e ignora constantemente.
    Aquí, Lee, que se está recuperando de la adicción, busca un público al que representar sus obsesiones y delirios, y lo encuentra en Allerton.


En conclusión, esta colección de tres novelas de William Burroughs, publicadas en la colección Compendium de Anagrama, es perfecta para adentrarse en la literatura de uno de los autores más interesantes e importantes de Estados Unidos en el siglo XX; es, también, una oportunidad de conocer sus obras iniciales, que, aunque pueden conseguirse por separado, no son tan conocidas como El almuerzo desnudo.

mayo 07, 2015

Philospunk: Steampunk filosófico

Ícaro salvado, Julio Nieto
En el principio fue el cyberpunk, una corriente de la ciencia ficción más oscura y realista, un retrato del futuro/presente o, como se diría de la obra de JG Ballard, "un presente visionario". De este subgénero nació el steampunk, que es una ciencia ficción retrofuturista (lo que se llama una ucronía, o sea una línea de tiempo alterna) que consiste sobre todo en: a) retratar el presente como se podría haber pensado en la época victoriana que sería, o: b) retratar la época victoriana con una tecnología más avanzada a la que realmente tuvo, basada eso sí en la máquina de vapor (steam = vapor).

Pero algunos autores pensaron que la máquina de vapor no era la única tecnología que pudo haber tenido avances, ¿por qué no hacer evolucionar los relojes y otros mecanismos basados en cuerdas y engranes? Así nace el clockpunk. ¿Y los motores a combustible? Tenemos el dieselpunk. ¿Qué tal un retrofuturismo de corte ambientalista? Ahí está el greenpunk. Representante de la era atómica y espacial, el atompunk.

El problema con todos estos subgéneros es que, mayormente, se enfocan en lo superficial y meramente estético (el vestuario y las máquinas, principalmente), y se olvidan de usar estos elementos como un medio para hacer literatura, tomándolos como un fin. Es algo común en la literatura de género, lo importante es precisamente el género con todos sus clichés, sus elementos recurrentes y su estética.

Pero yo concibo la ciencia ficción como la relación del ser humano con la tecnología que lo rodea, real o imaginaria, posible o imposible, y a ver esta relación lo aprendí de JG Ballard y de Ray Bradbury. Mediante la descripción de esta relación exploro los distintos significados de ser humano, o muestro diversas formas (no convencionales) de serlo, indicando de paso que la vida no tiene sentido, que la búsqueda del sentido de la vida de cada uno es una búsqueda personal (no espiritual, sino material), incluso quiero decir que es válido renunciar a esa búsqueda; también me interesa hacer una crítica a los valores convencionales/capitalistas, a los valores cristianos/católicos.

El relato de esta relación entre el hombre y la tecnología (mecánica y electrónica, pero también ideológica, como las tecnologías de control social) termina por ser una exploración filosófica, y pueden intervenir elementos psicológicos, políticos, religosos, sociales, en suma, ideológicos.

En mi cuento "Ícaro", que fue escrito originalmente para la colección The best of spanish steampunk, el steampunk sólo es el pretexto para contar una historia sobre una persona que da el salto icárico, esa idea filosófica de que la felicidad no es esa cómoda medianía de la clase burguesa (o de la clase media con valores burgueses) que consiste en tener un buen trabajo, una buena esposa, un buen hijo, una buena casa, un buen coche y un buen perro, sino en dar el salto hacia el sol, aunque el fuego derrita tus alas y la caída te mate; la felicidad no es alcanzable sino deseable, algo que se debe buscar continuamente aunque se tenga plena conciencia de que jamás se logrará, pues sin esa búsqueda la vida sólo es una sombra de lo que podría ser.

Con este cuento, con el que me gusta bromear diciendo que funda el philospunk o la filosofía en el steampunk, pretendo mostrar dos formas de vida opuestas, la de Altair, que quiere llegar al sol, y la de Boris, que quiere casarse y tener una casa propia. Aunque algunas formas de vida me parecen preferibles a otras, no es mi intención condenar unas mientras aplaudo a otras, sino decir: "Oigan, hay otras formas de vivir, ¿por qué no conocerlas? Incluso podríamos aprender algo."