julio 07, 2013

Un minuto y un segundo de Joaquín



Un minuto y un segundo de Joaquín


Un minuto

Joaquín caminaba por la banqueta en el mismo sentido que el flujo de automóviles. Pensaba en el hambre que sentía desde hacía tres horas y sólo esperaba llegar a su casa. Era más rápido caminar que abordar un microbús, y también mucho más barato, se decía mientras intentaba apresurar el paso, pero la banqueta estaba llena y no era fácil esquivar a esas madres con carriolas o a esas parejas que caminaban lado a lado con lentitud de paquidermo.
            Pensó en comprar unos plátanos fritos, podía ser un buen tentempié en lo que llegaba a casa. Además, quería contarle a Rosa que le habían rechazado el proyecto para reducir costos en papelería y electricidad, allá ellos, pensaba, si quieren seguir malgastando recursos. Pero los jefes siempre creen tener la razón aunque sean unos imbéciles.
            Había demasiada gente, y encima esos chavos besándose y estorbando más de lo aceptable.
            Compermiso —dijo Joaquín.
            —Pásele —respondió el muchacho.
            Joaquín pasó entre la pareja y una señora que esperaba el camión. Comenzaba a desesperarse y le pasó por la mente la idea de darle un codazo a la señora y bajarla de la banqueta. Pero pudo más su sentido común y se tragó su molestia. Pero había mucha gente y tenía prisa.
            Puso un pie en el arroyo vehicular…

Un segundo

El cuerpo de Joaquín yace inmóvil bajo las ruedas del microbús.