diciembre 29, 2012

Nochebuena



Mi abuela padece demencia, y cada día que pasa el deterioro se nota más. La encargada de cuidarla todo el año es mi madre, pero esta navidad pasada fui a ayudarla.
     Mi madre fue a comprar algo para la cena y como mi padre no volvería del trabajo hasta las diez, me quedé solo con mi abuela, y me dediqué a cuidarla consentirla. Quería jugar con la carne cruda y se lo permití, no trató de comérsela, sólo se dedicó a moldearla con las manos, a olerla y sentirla. Estuvo en ello más de una hora. Luego, la lavé y se quedó en su silla, inmóvil.
     Le tomé una foto, se la mostré.
     —Conozco a esa mujer, ¿quién es? —digo mi abuela, con la mirada fija en su retrato.
     Esa misma noche, después cenar, al quedarme viendo películas en la televisión de la sala (mi madre prácticamente me obligó a pasar la noche en su casa), pensé que la vida era muy injusta con algunas personas.

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