noviembre 16, 2012

Cuando crezca quiero ser Spider Jerusalem


Anoche tuve una intensa discusión con un sujeto en una página dedicada a los cómics, todo porque dije las palabras "it's only comic books", "son sólo historietas". La frase, así, fuera de contexto, suena peyorativa, irrespetuosa de un medio que ha sido catalogado "para niños" como si los niños fueran seres estúpidos que merecen sólo caca y basura. Yo me refería a que ni los cómics, ni ninguna otra cosa deben ser tomadas tan en serio que lleguen a dominar nuestra vida y no seamos capaces de verlas con una luz crítica. Pero claro, decir "son sólo historietas" suena a que no tienen la menor relevancia.

Bueno, no, no es así. Claro, es fácil pensarlo de ese modo porque en México los únicos cómics que conocemos son los de superhéroes de Marvel y DC, generalmente de muy baja calidad, y los otros, Mafalda, por ejemplo, o Carlitos y Snoopy, no sabíamos que también se llaman cómics; pero no todo en este medio es lo que DC y Marvel han hecho, del mismo modo que no todo el cine es Rambo sino también existe Bergman, ni toda la literatura es Crepúsculo sino que también está Kafka, lo mismo puede decirse de los cómics. No todo es acción superheróica, también tenemos From Hell, The Invisibles, Sandman, Crossed, Army@Love, Love and Rockets, American Splendor, Blankets, The Crow, Unknown Soldier, Ghost World, Elfquest, Cerebus, Transmetropolitan.

Y pienso sobre todo en Transmetropolitan porque no se parece a nada en el mundo. Es un cómic de periodismo y ultraviolencia en un mundo futurista con reminiscencias de Burroughs y los poetas beat, con algo de La naranja mecánica. Escrito por Warren Ellis e ilustrado por Darick Robertson, Transemtropolitan cuenta las aventuras del asqueroso y amargado Spider Jerusalem, un periodista sin pelos en la lengua, sin compromisos de ninguna clase salvo con la verdad, se trata más o menos de una versión cyberpunk de Howard S. Thompson, que habita en un mundo que se ha ido al carajo, demasiado parecido al mundo en que vivimos nosotros, quizá la única diferencia es que en Transemtropolitan, los gatos fuman cigarrillos.

El autor, por medio de Spider Jerusalem y los otros personajes de Transemtropolitan, nos explica el mundo moderno, y no se arredra a la hora de criticar duramente al statu quo, a las clases dominantes, a la cultura popular que se ha vaciado de sentido, o de retratar el hastío social y moral, la hipocrecía general, y cualquier otra cosa que se les ocurra; a la hora de lanzar sus violentas observaciones, Warren Ellis tampoco se cuida de ser condenscendiente con nadie por su clase social, raza o nacionalidad, a todos les toca una porción de sus duros análisis. Todos somos en mayor o menor medida responsables de que el mundo sea tal como es ahora.

Spider Jerusalem está obsesionado con destruir a los políticos (iba a decir políticos corruptos, pero sería una necedad, un pleonasmo) y con conseguir sexo, pues hace mucho que no logra llevarse a ninguna chica a la cama. Consume drogas, fuma como chacuaco, es mal hablado, es violento, tiene pésima higiene personal. Sin embargo, Spider Jerusalem es uno de los hombres más decentes que uno puede conocer en este mundo enfermo y triste. Por eso cuando crezca quiero ser Spider Jerusalem.


Los dejo con algunos momentos inolvidables de la inolvidable vida de Spider Jerusalem:

 




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