junio 18, 2011

Borges



Borges. 25 años más viejo

Borges: tú y yo nunca fuimos buenos amigos, sabes que mantengo una mejor relación con Adolfo, pero me agradaba cuando componías versos.
Éstos han sido días complicados: trabajo y calor agobiante, marchas de no-putas (o algo así, en alguna parte del discurso me perdí), politicorruptos entambados, la muerte de la Carrington, y para colmo la chica que me gusta no me deja comer las papas si no compro el pollo entero (por fortuna seguí el consejo de Olivia: “prende al menos dos veladoras por si una se te apaga”). En fin, entenderás que haya olvidado esta fecha. Pero no puedes culparme, la verdad es que ya nadie se acuerda de ti. Sí, compran tus libros, algunos hasta los leen, un puñado incluso los comprenden, pero de ti, Borges, ni quien se acuerde.
Sin embargo, algunos medios tienen mejor memoria, y esta carta está siendo escrita todavía a unos minutos de terminar el lunes.
Como sea, el motivo de esta misiva es contarte algo que me parece monstruoso: tú te moriste hace un cuarto de siglo, y desde entonces nadie pensó en ti, hasta hoy. ¿No es horrible? Me refiero a que, de golpe, así como así, pasaste de los eternos 87 años a tener más de 110. Diablos, debe ser duro.
Estoy escuchando una selección de Tricky, Goldie, Alec Empire y Merciful Nuns, tengo un vaso de agua con hielo y el catálogo de animales fantásticos abierto entre mis manos, estoy tratando de elegir una mascota para hacer más llevaderos los días, mas los covers, versiones y deconstrucciones que Alec Empire hace de temas de Elvis me han puesto nostálgico y tengo ganas de emprenderla a patadas con el zaguán del vecino y poner black metal.
Creo que lo que trato de decir, Borges, es que aunque no nos entendamos mucho, seguiré leyendo algunos de tus libros.

Ciudad de México
13 de Junio de 2011