noviembre 25, 2008

otro novedoso relato de serenidad fortuina para la «coletzión»

Fuck me and marry me young


Like a voice in the wind blow little crystals down
Like brittle things will break before they turn
Like lipstick on my cigarette
And the ice get harder overhead
Like think twice but never never learn…
—The Sisters of Mercy, Driven like the snow




Iba en el mismo autobús que yo, separada de mí por cuatro asientos y un pasillo atestado. Nuestras miradas se encontraron un par de veces cuando ella parecía buscar algo atrás, o tal vez a alguien. Su mirada se mantenía fija en la mía, y parecía estar a punto de sonreír, pero sólo se giraba hacia el lado contrario, recargaba la cabeza sobre la ventana y cerraba los ojos. Parecía dormir, pero de vez en vez sus ojos se abrían, fijos siempre en los míos, que no se desviaban nunca.


Volvió a abrir los ojos, sin dejar de mirarme, y un bostezo invadió su boca, tímidamente oculto detrás de la palma de una mano. Se desperezó, estiró el cuello, aspiró profundamente y se levantó. Caminó hacia la portezuela delantera, esquivando codos y bultos, y solicitó el descenso.

Caminó sobre la acera, y se detuvo frente a mi ventana. Sus pechos se dibujaban sobre su playera negra con una leyenda en nerviosas letras blancas: “Fuck me and marry me young”. Y el autobús reemprendió el viaje.


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