abril 29, 2007

"No matarás..."



Sobre el aborto (yo también)


“Un día, caminaba por Nube, entre Tormenta y Aguacero, cuando vi a Dios arrinconado como una vieja puta a la que ya nadie coge nunca. Estaba llorando. Cada vez que hay un aborto en la Tierra, Dios llora. Como conozco su cólera e infinita maldad, me alejé pronto de allí.

El día siguiente, a Palacio Celestial llegaron noticias. Un fax de nuestro puesto de observación indicaba que una mujer mexicana de 36 años, violada y embarazada, había tenido al niño, pues ninguna clínica de su comunidad aceptó practicarle un aborto, y su extrema pobreza le impidió viajar a la Capital, donde las clínicas clandestinas abundaban hasta hace unos días. Por supuesto, esta mujer de 36 años no había quedado indemne; tras la violación y el nacimiento del niño a una vida de carencia y sufrimiento, donde no había duda de que moriría dentro de poco tiempo, su mente se volvió la de una niña. Temerosa y llena de rencor, se refugió en el último rincón que le quedaba, la psicosis. Ese día, Dios organizó una fiesta y todos bebieron alegres hasta embrutecerse. Dos o tres angélicas quedaron embarazadas durante la orgía, se decía que había sido el Espíritu Santo”.

Cuando hay un aborto, Dios llora. Cuando nace un niño producto de un embarazo no deseado, y la madre del mismo arruina su vida, ¿Dios se regocija?

No sólo nos robaron el país en el fraudulento 2 de Julio de 2006. No sólo nos impusieron un pedazo de imbécil como presidente. No sólo nos han llenado los corazones de amargura y rencor, y de un odio que clama por salir con las dagas y las escopetas al frente, escupiendo blasfemias y quemando iglesias con fieles adentro. No sólo eso. Ahora, también insisten en que nosotros los de pensamiento libre, sin Dios ni fe, acatemos una regla moral, una disposición no de asamblea sino de congregación religiosa; en suma, insisten en que el aborto siga siendo considerado un delito.

Un partido formado por eunucos y malcogidas no tiene la calidad moral ni ética ni política para dictar nuestras vidas. Ellos que creen aún que el sexo sólo sirve para engendrar más seres humanos (no es que les crea, son unos malditos de doble moral, pero hay que usar sus propios discursos para mostrarles lo estúpido de los mismos), ellos cuyas conciencias descansarán tranquilas incluso al saber que cientos de mujeres arriesgan sus vidas en clínicas clandestinas, ellos que, en suma, son más una secta que un Partido Político, no deben ser escuchados.

Una mujer, católica, evangelista, satanista o atea, tiene el mismo derecho a decidir. Depende de ella, no de una disposición histérica (en un sentido Freudiano), si va a dar a luz a ese niño o no. Yo sé, yo sé, el acceso al placer y al deseo acarrean también una responsabilidad que no todos están dispuestos a afrontar, pero no por eso el resto debe ser medido con la misma vara; y tampoco hay que olvidar que nos guste o no vivimos en un país donde la educación sexual iguala a la legalidad, es decir, que no hay educación sexual en nuestro país. Y aun cuando en algunos espacios existe, aun cuando en cualquier farmacia te venden un condón, no finjamos sorpresa cuando la sociedad señala con mano acusadora al joven, a la muchacha que lo compra, pues eso significa ante los ojos y buenas conciencias que son unos pecadores, sucios, y demás apelativos, y quitarse esa mirada de encima no son fresas con crema; la mirada de nuestra sociedad es pesada y nos forma, y de la misma manera en que esa mirada consigue que muchas parejas prefieran tener relaciones sexuales sin protección antes que exponerse ante esa mirada que acusa y dicta sentencia, también es la mirada, la sociedad mexicana, la responsable (en gran medida) de tantos embarazos y abortos clandestinos. Cuando aprendamos, pero un aprendizaje verdadero, no mamadas, a no discriminar a la persona que accede a su placer, ya no hará falta que se realicen tantos abortos. ¿A qué esperamos?

¿Será necesario decir que las anteriores líneas no son una afrenta contra el derecho de la gente de creer en un dios o en varios dioses? Quizá sobre, pues en realidad sí me cae mal la gente que cree en Dios (aunque hay algunas pocas excepciones).

abril 27, 2007

Cuento de un Hada Amorosa

.





El tercer año

Who thought this could happen to us
When we first went to bed

–Lou Reed, Tatters
And there´s a taste in my mouth as desperation takes hold
Just that something so good just can´t function no more

–Joy Division, Love Will Tear Us Apart



Te conocí en la UAM-X. En segundo trimestre. A los dos meses o poco menos, ya éramos novios. Yo suponía que eras una chica experimentada en el amor, pero me confesaste tu virginidad. El 21 de abril nos fuimos a la cama por primera vez, y para hacerlo especial, nos largamos a Pachuca. Todo el primer año no paró en intensidad y pasión. Era amor. No era otra cosa que amor. Aunque ya son pocos los que creen en él. El segundo año, nuestra relación se relajó bastante; ya no íbamos a la cama tan seguido, no era necesario. Podíamos hacer el amor a través de las palabras, de las miradas y de los besos en la calle. Hacíamos el amor cuando escribíamos cuentos y poemas y nos los regalábamos. Cuando íbamos al cine o a tu casa a ver películas. Comenzamos a hacer planes de vivir juntos después de acabar nuestras licenciaturas, y todo parecía estar bien. El tercer año, que no concluyó, nos fuimos alejando. Ya no íbamos a la cama nunca, ni tampoco me dejabas tocarte, y pronto ya ni siquiera salíamos juntos. Y aquél domingo me dijiste en nuestro parque que hasta allí había llegado todo. Todavía te acompañé cerca de tu casa en la san Rafael por el metro, y después de decirte adiós, di la vuelta y regresé por el mismo camino, hasta Tasqueña, mirando las tiendas a las afueras del metro Xola, donde te acompañé varias veces a comprar algunas cosillas; pasando poco después por General Anaya, donde habíamos estado una hora antes en el parque, que ya no era nuestro parque. Durante meses no pude siquiera mirarte, pero un año después salimos juntos, y no una, tampoco dos, sino tres veces. Traías más maquillaje que de costumbre (y supe que ahora ésa era tu costumbre), y vestías ropas elegantes (que habías dejado de usar durante nuestra relación); en suma, te veías hermosa. Me contaste sobre tu participación con el PAN, y de cómo te diste cuenta de que eran todos ellos unos hijos de puta; y me contaste que te fuiste al PRD, y me burlé de ti porque tú siempre te burlaste de mí y de mi apoyo al Peje. Me llené de celos cuando me hablaste de tu amigo del campamento del PRD, ése que estaba ubicado por Madero y calles aledañas, que antes habían sido nuestras calles. Yo, con todo, trataba de medir el terreno, de saber qué probabilidades tenía de volver a ti, pero me vi obligado a reconocer, no sin un aguijonazo de tristeza, que no había ninguna. No volví a verte o a llamarte. Tú tampoco lo hiciste.


Creative Commons License

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

abril 26, 2007

El Desdichado

Gérard de Nerval, poeta y narrador francés, representante máximo del Romanticismo de su país. El Desdichado (en español el título original) es uno de los sonetos que compone su obra Las Quimeras. He intentado hacer la mejor traducción posible, sin saber gran cosa de francés, así que quizá no esté bien logrado, pero nadie habrá puesto más amor en la traslación de estas desgarradoras líneas.



El Desdichado

(Gérard de Nerval)

Je suis le Ténébreux, – le Veuf, – l’Inconsolé,
Le Prince d’Aquitaine à la Tour abolie:
Ma seule Étoile est morte, – et mon luth constellé
Porte le Soleil noir de la Mélancolie.

Dans la nuit du Tombeau, Toi qui m’as consolé,
Rends-moi le Pausilippe et la mer d’Italie,
La fleur qui plaisait tant à mon coeur désolé,
Et la treille où le Pampre à la Rose s’allie.

Suis-je Amour ou Phébus ?… Lusignan ou Biron ?
Mon front est rouge encore du baiser de la Reine ;
J’ai rêvé dans la Grotte où nage la Syrène…

Et j’ai deux fois vainqueur traversé l’Achéron:
Modulant tour à tour sur la lyre d’Orphée
Les soupirs de la Sainte et les cris de la Fée.



El Desdichado

(Traducción hecha por mí mismo, y eso que no sé mucho de francés)

Yo soy el Tenebroso, – el Viudo, – el desconsolado,
El Príncipe de Aquitania de la Torre abolida:
Mi sola Estrella está muerta, – y mi laúd constelado
Porta el Sol negro de la Melancolía.

En la noche de la Tumba, Tú que me has consolado,
Devuélveme el Posilipo y el mar de Italia,
La flor que tanto amaba mi corazón desolado,
Y el jardín donde el Pámpano a la Rosa envolvía.

¿Soy Amor o Febo? ... ¿Lusiñán o Birón?
Mi frente aún sonrojada por el beso de la Reina;
Yo he soñado con la Gruta donde nada la Sirena...

Y dos veces victorioso atravesé el Aquerón:
Alternadamente pulsé en la lira de Orfeo
Los suspiros de la Santa y los gritos del Hada

abril 25, 2007

Sentidos


Giovanni Battista Manerius 

Olfato

Todo comenzó en el microbús. Unos aromas a sándalo alcoholizado y rosas secas llegaron a mi nariz. Los aspiré y fue como una corriente eléctrica. Durante una fracción de segundo viví horas de éxtasis y sensualidad.
Vista

Miré a mi derecha. Era ella una mujer de exquisita belleza. Le calculé unos treinta y cinco años. Tenía el cabello amarrado por el lado izquierdo de su rostro, lo que me impedía verla con detenimiento.
Oído

¿Vamos? Me dijo. Su voz era delicada y cristalina, y ligera como aire de noche.
Tacto

La habitación de luces rojas era fría. La blanca cama era suave. Mis manos rasposas como lijas para madera se posaron sobre sus senos, palpando unos pezones duros que iban en aumento, y recorrieron cada poro de su carne, hasta llegar a su nuca de curvas intrínsecas. Con la lengua la ceñí hasta dejarle mi sello.
Gusto

La sangre había dejado de brotar hacía un rato. Bebí una copa, fresca y tibia. La parrilla ya estaba lista; incluso el pan ya estaba cortado.


Creative Commons License

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

abril 24, 2007

Palabras


Comencemos con un fragmento sinfónico de la más alta manufactura del ruido y la chatarra que [a]tañen [a] la Ciudad...

Palabras

Las palabras corren,
tuercen,
ruedan y se zarandean.
La poesía es una caída acabada.
Las estrellas brillan,
duran,
mueren,
cantan y después de un tiempo se apagan.
Las palabras duran,
mueren,
gritan y nos mantienen despiertos.
El sol,
la estrella,
el agujero negro y la luna son palabras.

Creative Commons License

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.